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sábado, 6 de enero de 2018

LA VIDA DESPUÉS DE LA MUERTE


La vida después de la muerte

El ser humano a lo largo de la historia ha considerado que la muerte es un paso al más allá. A su vez las distintas religiones mantienen la teoría que el mundo espiritual es tan real y palpable, como el mundo material. Por los testimonios, no por creencias o tradiciones, de personas que afirman haber muerto y regresado de manera consiente al útero materno, los yoguis tibetanos aseguran que los vivos proceden de los muertos. Las religiones occidentales tienen una concepción muy distinta de la muerte, consideran que la vida del más allá es espiritual y se sostiene eternamente, basada en las acciones que se han realizado en la vida terrenal. Por eso aquellos que llevaron una vida de codicia, de odio y de rencor serán relegados al mundo de las tinieblas, donde se liberarán de sus culpas, mientras que los que hayan llevado una vida justa y honrada, se ganarán el cielo.

Creencia egipcia:

Para los egipcios el mundo del más allá, el mundo de los muertos, es como un desierto dividido por un extenso río que corre a lo largo de unos 30 kilómetros de tierra cultivable, muy similar al Valle del Nilo, lugar donde ellos vivían. Del mismo modo que el Egipto faraónico, el mundo inferior llamado Duat, comprendía doce regiones. Cada una de ellas se relaciona con una de las doce horas de la noche. Estas doce regiones estaban habitadas por una gran cantidad de dioses, espíritus y muertos ordinarios. Estaban separadas por portones, cuidados por serpientes alzadas sobre su cola, atentas y ocultas, para evitar ser sorprendidas por insólitos muertos.
Los egipcios representaban al alma con la forma de un pájaro que tenía la cara del muerto. Esta alma voladora dejaba momentáneamente el cuerpo privado de su vida. Luego, el alma pájaro, regresaba a visitar a los familiares, y se las veía en los jardines y los árboles que se encontraban a la orilla del río Nilo. Su existencia se debía a las atenciones materiales y a la piedad que les ofrecían los vivos, ya que esta alma, viajera y apta para la felicidad, debía ser nutrida y colmada de obsequios. Si los muertos eran olvidados por los vivos, se convertirían en Bennu, un pájaro de los estanques, que volvería a la casa terrenal para atemorizar a quienes debían haberlos alimentado.

Creencia Hindú:

Para los hindúes, luego de la muerte, el alma pasa de la forma temporal al plano astral, para luego formar parte de otro cuerpo que puede corresponder a un ser humano, un animal, un insecto o inclusive una planta. El karma de cada uno determinará el cuerpo en el que se materializará el alma. Las acciones, buenas o malas, que se han realizado durante nuestra vida, determinará el karma de cada uno. Por eso si durante la vida se ha seguido por el camino del mal, el alma se reencarnará, como castigo, en un ser inferior, mientras que si se ha seguido una vida virtuosa, el alma, se reencarnará en un ser noble y perfeccionado. Según los hinduistas, las almas se reencarnarán tantas veces como sea necesario, hasta liberarse por completo del karma, y así perder el interés por la vida corporal. Luego el alma se disolverá en el Nirvana o se ligará con el Brahma.
También esta religión, sostiene que llegará un día en que el hombre no existirá más en la tierra, como cuando en un tiempo remoto no existía en el planeta.
Así como el hombre fue evolucionado, desde las formas más primitivas, como las plantas y los peces, llegará un día en el que se convertirá en un súper hombre, un ser superior. El ser humano se encuentra influenciado por las fuerzas cósmicas, y está en plena etapa de evolución. Las fuerzas cósmicas cambiarán la naturaleza actual del hombre, y de esa alma que surgió en un principio, no quedará nada humano.


Creencia de los lamas Tibetanos:

Los tibetanos llaman Bardo al estado después de la muerte de las personas. Éstas, después de la muerte, se hallan en un estado de trance, que dura aproximadamente tres o cuatro días, durante este tiempo, se separa el cuerpo del plano humano. Esta etapa es el primer Bardo, que es llamado Chikkai Bardo o estado transitorio del período del fallecimiento, es acá donde aparece la Clara Luz, que es percibida por el alma en forma kármica, sin capaz de reconocerla aún. El período donde el alma empieza a percibir y reconocer su nuevo entorno, es el segundo Bardo, llamado Chönyid Bardo o Estado transitorio de la realidad. El último Bardo se llama Sidpai Bardo o Estado transitorio del renacimiento, que finaliza cuando renace en el mundo humano, en algún otro mundo o en uno de los reinos paradisíacos celestiales, el principio de la conciencia. La gran doctrina de liberación por medio de la visión y la audición se llama Bardo Thödol, que es el estado sugestivo y típico de todas las experiencias después de la muerte. El ser un humano fallecido, pasa a ser el único observador de un asombroso panorama de las visiones alucinatorias. El muerto, si no es un iniciado, cree que todavía tiene un cuerpo de carne y sangre. A partir del momento que entiende que ya, no tiene ese cuerpo, comienza desesperadamente a desear tener uno y a buscarlo, entra en el estado del renacimiento, cuando el incorpóreo, se convierta en carne. Los únicos que pasan directamente al paraíso o se reencarnan en este mundo de manera conciente y con una continuidad ininterrumpida, sin sufrir las alucinaciones de los Bardos, son los yoguis más iluminados.

Afirmaciones de los que pasaron el umbral:

Son muchos los que luego de haber entrado en una muerte clínica, han descubierto el límite espiritual de la vida y la muerte. La mayoría son estudiados por psicólogos y científicos que confirman esos testimonios. Uno de los casos cuenta, que un joven después de haber entrado en un estado de muerte clínica, debido a una insuficiencia renal y mientras los médicos luchaban por reanimarlo, se vio en un instante, parado y moviéndose rápidamente dentro de un espacio oscuro, que no tenía paredes, pero se parecía a un túnel. Cuenta que a pesar de no saber dónde iba, ni para qué, sentía que algo importante lo esperaba al final, por eso deseaba llegar. Una vez en el final, ese lugar estaba lleno de luz, y había un hombre muy alto de cabellos rubios, vestido de blanco y que irradiaba, silenciosamente, una sensación de paz y amor.
Otro caso, cuenta la historia de una niña de nueve años que revivió, luego de padecer una muerte temporal por inmersión. Durante el estado espiritual, esta niña, conoce a una señora muy amable llamada Elizabeth, ésta la recibió afectuosamente y conversó con ella y le explicó que al no estar preparada para el mundo espiritual, no era su hora. Por eso, Elizabeth, quien podría ser su ángel de la guarda, le permitió volver a su cuerpo, en el momento justo que el médico terminaba la reanimación. El estudio de algunas de estas experiencias hace que los hombres de ciencia, hayan cambiado su punto de vista, dejando de lado su escepticismo científico, para estudiar profundamente, que ocurre en el momento justo en que se deja el cuerpo.

El camino hacia el más allá:

Los estudios han demostrado que, en el estado de muerte clínica, las experiencias vividas en el otro mundo pasan por distintas etapas. En un primer momento el hombre no se da cuenta de manera inmediata que ha muerto, se da cuenta de esto, recién cuando ve su propio cuerpo tendiendo sin vida bajo de sí y cuando no puede comunicarse con el mundo material, al cual pertenecía minutos antes. Es este el momento justo en que entiende que su alma, ha dejado el cuerpo.
El reconocimiento de su doble, muchas veces, no es inmediato y el alma se resiste a creer que ya pasó al plano astral. Cuando la muerte es instantánea, como en el caso de los accidentes, la separación del cuerpo es súbita. Esta experiencia de falta de comunicación y de doble visión, hacen que el alma entre en un estado de duda, no sabe si está viviendo un sueño o está observando la realidad.
Las personas que han pasado por una muerte clínica temporal, han asegurado que todas y cada una de sus capacidades mentales y de sus sentidos, se han conservado intactas. Algunos, inclusive manifestaron que su oído y su vista se agudizaron, que han recordado momentos perdidos, ya que la mente se aclara, y es mucho más nítido el pensamiento. Otras habiendo perdido sus facultades, sienten que las han recuperado. Hay testimonios de personas ciegas, que aseguran haber visto o a sordos haber oído, durante la muerte clínica. Estos sentidos se vuelven a perder una vez que se recupera el cuerpo. Los datos recopilados por los médicos que han reanimado a estas personas fueron de gran utilidad para los médicos psiquiatras y para los que se encargan de estudiar los procesos químicos-eléctricos del cerebro.
Si bien normalmente la muerte es producto de la enfermedad, del sufrimiento y la agonía, cuando el alma abandona el cuerpo, ya no siente dolor, ni ahogos, percibe pensamientos claros y sus sentidos están calmos. El espíritu se prepara para iniciar una nueva existencia, y se despide de su vida terrenal y de su forma material. Como se mantienen intactos sus sentimientos terrenales, lo único que preocupa es el amor por aquellas personas que se conocieron en vida. La personalidad del individuo llegará al nuevo mundo tal cual salió del viejo, ya que no se producen cambios importantes. El pasaje al mundo espiritual ha sido descrito por las personas que regresaron, como un espacio oscuro, parecido a un túnel. En el final de ese túnel se encuentra un lugar lleno de luz, la luz supra terrenal. Todas las descripciones de las personas que han pasado por estas experiencias, concuerdan con la sensación de pasar por un túnel y por una hermosa conmoción, cuando se alcanza la luz final. Resulta también muy difícil explicar la espectacularidad de esa luz, ya que no es igual a otra y no genera sombras.
A su vez esa luz es considerada como un ángel o como el mismo Jesucristo, por las personas piadosas o creyentes. La comunicación desde esa luz se hace a través del pensamiento, sin emitir palabra alguna.
Si bien la luz concede todo, realiza una especie de demanda hacia el alma, para recordar lo realizado en vida. Por eso las imágenes de las acciones realizadas en la vida terrenal, desde la más tierna infancia, reviviendo y revalorizando toda la existencia sobre la tierra, pasan por delante de los ojos del hombre. Todo esto demuestra porque las personas que pasaron por esta experiencia y han regresado, cambiaron radicalmente sus actitudes frente a las otras personas. Durante esta experiencia, el hombre puede juzgarse a sí mismo, viéndose tal cual es, ya que revé todos sus actos. Aquellas personas que durante su vida hayan hecho actos de maldad y de egoísmo, serán reprendidos por su propia conciencia, sentirán en su propia carne el dolor que han causado y será el principio de su tormento.
Es muy difícil describir ese mundo nuevo al que se ha llegado. Cuentan los que regresaron de él, que no existen las distancias como en este mundo y algunos afirman que se puede ir de un lugar a otro con solo pensarlo. A pesar que muchas veces no se puede contar con palabras este mundo espiritual, algunos relatos los describen como un lugar de prados y colinas, con plantas de vivos colores que no existen en la tierra. Muchas de las personas que mueren, no pueden reconocer que ese cuerpo etéreo son ellos mismos, esto se debe a que el alma no siempre tiene el mismo aspecto que el cuerpo, los adultos pueden verse como si estuvieran en su primera infancia, y los niños pueden verse como adultos. Otras afirmaciones indican, que personas que habían perdido sus miembros a causa de algún accidente o enfermedad, los habían recuperado como seres incorpóreos.
Durante el viaje hacia al más allá, el alma del ser humano se podrá encontrar con los seres queridos que ya hayan abandonado este mundo. Algunos cuentan que después de elevarse, se encontraron con los parientes cercanos, quienes los saludaban y mostraban su felicidad al verlos. Como las almas tienden a atraerse, es común, que en el otro mundo, el alma se encuentre con aquellas que fueron afines. Hay que tener en cuenta que los encuentros de las almas no es considerada como una regla, ya que hay personas que no encontraron a nadie, pero sí, sintieron presencias cercanas.

En ocasiones el recién fallecido tiene la opción de elegir donde quedarse, las que decidieron regresar al mundo terrenal fue porque sintieron la necesidad de terminar algo o de dar algo más a sus seres queridos, algunos de los que estaban deseosos de quedarse, recibieron la orden de no quedarse, pues no estaban listos para ello. Por más deseos de permanecer en ese lugar, una gran fuerza los empujaba fuertemente de regreso. El regreso al cuerpo se produce como un shock en la persona, ya que además de regresar empujados con gran fuerza, dicen sentir mucho frío y pierden todas las percepciones adquiridas. La experiencia del regreso no es traumática, aunque muchos permanecen desmayados durante determinado lapso, más bien, la experiencia otorga paz y seguridad.


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